"Y AHORA YO TE DIGO: TÚ ERES PEDRO (O SEA PIEDRA), Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA; LOS PODERES DE LA MUERTE JAMÁS LA PODRÁN VENCER" (MT 16,18)

miércoles, 28 de marzo de 2012

Preguntas frecuentes: ¿POR QUÉ DEBO CONFESARME CON UN SER HUMANO?


La Iglesia cree que quienes se acercan al sacramento de la Penitencia obtienen, por la misericordia de Dios, el perdón de sus pecados cometidos contra Él. Al mismo tiempo, el penitente se reconcilia con la Iglesia, con sus hermanos y consigo mismo.

Algunos no llegan a comprender qué es este sacramento y por qué un sacerdote puede perdonar, en nombre de Dios, los pecados. Veamos.

El sacramento recibe diversos nombres, que nos muestran cuál es su sentido. Se llama sacramento de conversión: porque realiza algo que Jesús pidió desde el inicio de su ministerio: la conversión (ver Mc 1,15), la vuelta al Padre, de quien nos alejamos. También se llama sacramento de la penitencia, porque nos lleva a arrepentirnos y a reparar las faltas que hayamos podido cometer. Es la confesión, porque es la valiente declaración de nuestras faltas, y al mismo tiempo "confesamos" la inmensa misericordia de Dios para con los pecadores. Es también el sacramento del perdón, porque Dios nos otorga el perdón y la paz. Es, finalmente, el sacramento de la reconciliación, porque nos da el amor de Dios que reconcilia. ¿Cómo no desear este sacramento, que nos llena de vida nueva en Cristo?

En Cristo hemos recibido la vida nueva: "habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios" (1Cor 6,11). Sin embargo, nos dice también san Juan: «Si decimos: "no tenemos pecado", nos engañamos y la verdad no está en nosotros» (1Jn 1,18). Esta vida nueva que recibimos no suprime nuestra fragilidad, nuestra inclinación al pecado. ¿Acaso cuando el Señor invita a la conversión se refiere sólo a un momento de nuestra vida? ¿No es un llamado para todo cristiano? Ya desde el Antiguo Testamento se nos invitaba a tener un corazón contrito (ver Sal 51,19). San Ambrosio, en el siglo IV, decía acerca de la la actitud de quien se reconoce pecador después de haber recibido el bautismo: «existen el agua y las lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas de la Penitencia» (ep. 41,12).

Necesitamos, entonces, renovar el corazón (Ez 36,26-27; Lc 5,21). La sangre de Cristo nos ha obtenido el perdón de los pecados. No debemos temer.

El pecado, al llevarnos a romper nuestra amistad con Dios, necesita de Su perdón. Pero Dios lo ha previsto todo con mucho amor hacia nosotros. Él nos perdona los pecados. Y sólo Él lo puede hacer: «El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra» (Mc 2,10). Es más, lo hace: «Tus pecados están perdonados» (Mc 2,5; Lc 7,48). Pero aún más: Jesús, en virtud de su autoridad divina, otorga ese poder a los hombres para que lo ejerzan en su nombre (ver: Jn 20,21.23).

Cristo mismo instituyó este sacramento de la Reconciliación para quienes, después del Bautismo, hayan caído en pecado grave y hayan perdido la gracia bautismal. Tertuliano, en el siglo II, decía que el sacramento de la Reconciliación es como «la segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia» (Tertuliano, paen. 4,2).

Cristo confió la tarea de perdonar en su nombre a los Apóstoles (recordemos Jn 20,23; o 2Cor 5,18). Los obispos, sus sucesores, los presbíteros, colaboradores de los obispos, continúan ejerciendo ese ministerio. El confesor no es dueño, sino administrador del perdón, es el servidor de Dios para el bien de los hombres.

El Señor dijo: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). Quien tuvo poder para crear, para venir al mundo y, después de muerto resucitar, ¿no tendrá poder para confiar ese sacramento de salvación para sus hermanos humanos? ¿Qué haríamos sin el sacramento del perdón? ¿Quién nos daría la seguridad del perdón? Dios, sabiamente, predispuso que el perdón fuese otorgado, en su nombre, por otros hombres, para que todos pudiésemos tener acceso al perdón divino. Cuando alguno de nosotros pide perdón a alguien a quien ha ofendido, ¿experimentará lo mismo que pidiendo perdón en su interior, sin decírselo a nadie? ¿Qué certeza tenemos de ser escuchados por Dios? La certeza que Él, en su infinita sabiduría, nos dio: «A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20,23).

miércoles, 21 de marzo de 2012

EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

Este es un sacramento importante que debemos practicar en este tiempo de cuaresma, la Iglesia nos invita a reconciliarnos con Dios.


Los cristianos estamos llamados a la santidad; para ello hay que vivir en gracia de Dios; pero podemos perder la gracia bautismal por el pecado mortal, que mata la vida sobrenatural del alma y rompe la amistad y la comunión con Dios. El pecado, como explica el Papa Juan Pablo II, es un acto suicida, porque ante todo, el hombre se daña a sí mismo, destruyendo toda obra buena.

El Señor Jesús ha instituido el sacramento de la penitencia, que se llama también y muy adecuadamente "Sacramento de la Reconciliación" o Confesión, para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo y abrirnos así la puerta a la reconciliación con Dios.

Jesucristo, por ser Dios, tiene poder para perdonar los pecados, y dio este poder a los Apóstoles y sus sucesores en el sacerdocio, quienes actúan "en la persona de Cristo"; o sea que, de hecho, es el mismo Jesucristo el que perdona por el misterio del sacerdote.

¿Qué es el sacramento de la reconciliación?

Es el sacramento instituido por Jesucristo para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo.

¿Qué es necesario para hacer una buena confesión?

Para hacer una buena confesión es necesario:

1º Examen de conciencia.
2º Dolor de los pecados.
3º Propósito de enmienda.
4º Decir los pecados al confesor.
5º Cumplir la penitencia.

¿Qué es el examen de conciencia?

Es recordar los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha.

¿Qué es el dolor de los pecados?

Es un sentimiento o pena interior de haber ofendido a Dios.

¿Qué es propósito de la enmienda?

El propósito de la enmienda es una firme resolución de no volver a pecar y de evitar todo lo que pueda ser ocasión de cometer pecados.

¿Qué pecados debemos confesar?

Debemos confesar todos los pecados mortales no confesados anteriormente, con su número y circunstancias. Conviene decir también los pecados veniales.

¿Qué pecado comete el que calla por vergüenza la confesión de algún pecado mortal?

El que calla por vergüenza la confesión de algún pecado mortal comete un grave pecado llamado sacrilegio, y no se le perdonan los otros pecados confesados.

¿Qué ocurre si se olvida la confesión de un pecado mortal?

Si se olvida la confesión de un pecado mortal, la confesión vale, pero el pecado olvidado debe manifestarse en la próxima confesión.

¿Qué es cumplir la penitencia?

Cumplir la penitencia es rezar las oraciones y hacer las buenas obras que manda el confesor.

¿Qué es el secreto de confesión?

El secreto de confesión es el silencio absoluto que el sacerdote está obligado a guardar sobre los pecados escuchados en la confesión.


lunes, 19 de marzo de 2012

Día de San José

Felicitamos a todos los hombres en su día y que San José sea su ejemplo de hombre, padre y esposo.




En el Plan Reconciliador de Dios, San José tuvo un papel esencial: Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la Virgen María. San José, el santo custodio de la Sagrada Familia, es el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima de la Virgen María.

San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3,23), su padre era Helí. Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.

Según San Mateo 13,55 y Marcos 6,3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que era carpintero o albañil. San Justino lo confirma, y la tradición ha aceptado esta interpretación.

Nuestro Señor Jesús fue llamado "Hijo de José", "el carpintero" (Jn 1,45; 6,42; Lc 4,22).

Como sabemos no era el padre natural de Jesús, quién fue engendrado en el vientre virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios, pero José lo adoptó amorosamente y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!

Modelo de silencio y de humildad

Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. En los relatos no conocemos palabras expresadas por él, tan sólo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. Es, pues, el "Santo del silencio".

Su santidad se irradiaba desde antes de los desposorios. Es un "escogido" de Dios; desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor. No es que haya sido uno de esos seres que no pronunciaban palabra, fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: "sean pocas tus palabras". Es decir, su vida sencilla y humilde se entrecruzaban con su silencio integral, que no significa mero mutismo, sino el mantener todo su ser encauzado a cumplir el Plan de Dios. San José, patrono de la vida interior, nos enseña con su propia vida a orar, a amar, a sufrir, a actuar rectamente y a dar gloria a Dios con toda nuestra vida.

Vida virtuosa

Su libre cooperación con la gracia divina hizo posible que su respuesta sea total y eficaz. Dios le dio la gracia especial según su particular vocación y, al mismo tiempo, la misión divina excepcional que Dios le confió requirió de una santidad proporcionada.

Se ha tratado de definir muchas veces las virtudes de San José: "Brillan en el, sobre todo las virtudes de la vida oculta: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la mas perfecta caridad. Guardo con amor y entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia al valor del tesoro que se le deposito en sus manos."

San José es también modelo incomparable, después de Jesús, de la santificación del trabajo corporal. Por eso la Iglesia ha instituido la fiesta de S. José Obrero, celebrada el 1 de mayo, presentándole como modelo sublime de los trabajadores manuales.

Amor virginal

La concepción del Verbo divino en las entrañas virginales de María se hizo en virtud de una acción milagrosa del Espíritu Santo, sin intervención alguna de San José. Este hecho es narrado por el Evangelio y constituye uno de los dogmas fundamentales de nuestra fe católica: la virginidad perpetua de María. En virtud a ello, San José a recibido diversos títulos: padre nutricio, padre adoptivo, padre legal, padre virginal; pero ninguna en si encierra la plenitud de la misión de San José en la vida de Jesús.

San José ejerció sobre Jesús la función y los derechos que corresponden a un verdadero padre, del mismo modo que ejerció sobre María, virginalmente, las funciones y derechos de verdadero esposo. Ambas funciones constan en el Evangelio. Al encontrar al Niño en el Templo, la Virgen reclama a Jesús:"Hijo, porque has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos". María nombra a San José dándole el título de padre, prueba evidente de que él era llamado así por el propio Jesús, pues miraba en José un reflejo y una representación auténtica de su Padre Celestial.

La relación de esposos que sostuvo San José y Virgen María es ejemplo para todo matrimonio; ellos nos enseñan que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios. San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús. La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.

Dolor y Alegría

Desde su unión matrimonial con María, San José supo vivir con esperanza en Dios la alegría-dolor fruto de los sucesos de la vida diaria.

En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el Jesús, Hijo de Dios. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él".(Lc 2,33).

Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle" (Mt 2,13). San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.

San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.

Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada, siendo modelo ejemplar de esa amorosa obediencia que como hijo debe a su Padre en el cielo.

Lo mas probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla mas de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.

Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y el Venerable Beda dice que fue enterrado en el Valle de Josafat.

Patrono de la Iglesia Universal

El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo entero, y, sobre todo, al ruego de los obispos reunidos en el concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San José Patrono Universal de la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870.

¿Que guardián o que patrón va darle Dios a su Iglesia? pues el que fue el protector del Niño Jesús y de María.

Cuando Dios decidió fundar la familia divina en la tierra, eligió a San José para que sea el protector y custodio de su Hijo; para cuando se quiso que esta familia continuase en el mundo, esto es, de fundar, de extender y de conservar la Iglesia, a San José se le encomienda el mismo oficio. Un corazón que es capaz de amar a Dios como a hijo y a la Madre de Dios como a esposa, es capaz de abarcar en su amor y tomar bajo su protección a la Iglesia entera, de la cual Jesús es cabeza y María es Madre.

Devoción a San José

Una de las mas fervientes propagadoras de la devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila. En el capítulo sexto de su vida, escribió uno de los relatos mas bellos que se han escrito en honor a este santo:

"Tomé por abogado y protector al glorioso San José, y encomiéndeme mucho a el. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores, este padre y señor mío me saco con mas bien de lo que yo le sabia pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa tan grande las maravillosas mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; de este santo tengo experiencia que socorre en todas las necesidades, y es que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenia nombre de padre, y le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios".

Otros santos que también propagaron la devoción a San José fueron San Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos sermones) y San Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la devoción al Santo Custodio.

Tomado de ACI Prensa

miércoles, 14 de marzo de 2012

Frases de San Francisco de Sales

Hermanos que estas frases de este Santo proverbial nos sirvan para meditar en nuestro interior y para orar:







  1. Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo. 
  2. Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrar siempre con tranquilidad y calma. 
  3. La belleza, para ser agradable, debe ser ignorada. 
  4. La ciencia que sirve para hacernos orgullosos y que degenera en pedantería no vale mas que para deshonrarnos. 
  5. Es una especie de obediencia muy agradable a los ojos de Dios no desear dispensas sin mucha necesidad. 
  6. Si os halláis precisado a oponeros al dictamen de otro, hacedlo. 
  7. No saber mostrarse bueno con los malos es una prueba de que no es uno bueno del todo 
  8. ¡Terrible es la muerte! pero ¡cuán apetecible es también la vida del otro mundo, a la que Dios nos llama! 
  9. Reprender a los demás es muy fácil, pero es muy difícil mirarse bien a sí mismo 
  10. Antes de juzgar al prójimo, pongámosle a él en nuestro lugar y a nosotros en el suyo, y a buen seguro que será entonces nuestro juicio recto y caritativo 
  11. Jesús en el pesebre. He aquí una buena lección para aprender que todas las grandezas de este mundo son ilusión y mentira 
  12. Es común que quienes se perdonan demasiado son más rigurosos con los demás 
  13. El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos 

lunes, 12 de marzo de 2012

San Francisco de Sales



Se dice que escribía de día hojas clandestinas y la metía por debajo de las puertas, de noche. Por esa razón, se ganó el premio "patrono de los periodistas".
Escribía como un ángel. De forma, que los franceses lo tienen entre sus clásicos de literatura.

Montañés de cuerpo entero, nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales. Familia exquisita. Le llevan a estudiar a la universidad de París. Luego a Padua. Canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los protestantes, apóstol de la región de Chablais. Vuelve a París, trata con san Vicente de Paul, en todas partes se le recibe con entusiasmo.

Hay un libro: "Introducción a la vida devota", cuarenta ediciones en vida del autor, y en aquello tiempos. Un libro utilizado muchísimo tiempo como lectura espiritual.
"¿No es una barbaridad -decía él- querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?"

Hay una amistad que no se puede olvidar: la que mantuvo con Juana Chantal; con ella fundó la Orden de la Visitación.
Una virtud: la dulzura de este hombre, de quien dicen que en su juventud tenía tan mal genio.

Respecto a esto, es una constante en la biografía de todo santo su lucha ascética a fin de aumentar su capacidad de autodominio. Pero para demostrar que esta virtud no se consigue de la noche a la mañana, he aquí un detalle precisamente referida a nuestro santo.

Se cuenta que al hacerle al autopsia, le encontraron su hígado endurecido como un piedra. Esto se explica por la enorme violencia que tuvo que hacerse este hombre de fuerte carácter para hacerse y aparecer amable, delicado y bondadoso en el trato.
Esa dulzura de la que hablamos antes, no le fue fácil conseguirla.

San Francisco de Sales escribió: "No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo"

sábado, 10 de marzo de 2012

Lecturas Domingo 11 de marzo de 2012

Antes de asistir a la Santa Eucaristia, meditemos en la Palabra de Dios.



PRIMERA LECTURA: EXODO 20,1-17



1 Entonces pronunció Dios todas estas palabras diciendo:
2«Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre.

3No habrá para ti otros dioses delante de mí.4No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.

5No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian,6y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos.

7No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios; porque Yahveh no dejará sin castigo a quien toma su nombre en falso.8Recuerda el día del sábado para santificarlo.9Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos,10pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad.

11Pues en seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado.12Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh, tu Dios, te va a dar.13No matarás.14No cometerás adulterio.

15No robarás.16No darás testimonio falso contra tu prójimo.17No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.»


SALMO RESPONSORIAL: SALMO 19,8-11

8
8La ley de Yahveh es perfecta, consolación del alma, el dictamen de Yahveh, veraz, sabiduría del sencillo.

9Los preceptos de Yahveh son rectos, gozo del corazón; claro el mandamiento de Yahveh, luz de los ojos.

10El temor de Yahveh es puro, por siempre estable; verdad, los juicios de Yahveh, justos todos ellos,

11apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales.

SEGUNDA LECTURA: I CORINTIOS 1,22-25

22Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría,

23nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;

24mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

25Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.

EVANGELIO: JUAN 2,13-25

13Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
15Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
16y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
17Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.
18Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?»
19Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»
20Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
21Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.
22Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
23Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba.
24Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos
25y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.



DIOS DERRAME SU ESPÍRITU SANTO SOBRE NOSOTROS PARA COMPRENDER Y VIVIR SU PALABRA













viernes, 9 de marzo de 2012

Ayuno y Abstinencia en tiempo de Cuaresma




Es una doctrina tradicional de la espiritualidad Cristiana que es un componente del arrepentimiento, de alejarse del pecado y volverse a Dios, incluye alguna forma de penitencia, sin la cual al Cristiano le es difícil permanecer en el camino angosto y ser salvado ( Jer 18:11, 25:5; Ez 18:30, 33:11-15; Jl 2:12; Mt 3:2; Mt 4:17; He 2:38 ). Cristo mismo dijo que sus discípulos ayunarían una vez que El partiera ( Lc 5:35 ). La ley general de la penitencia, por ello, es parte de la ley de Dios para el hombre.

La Iglesia por su parte ha especificado ciertas formas de penitencia, para asegurarse de que los Católicos hagan algo, como lo requiere la ley divina, y a la vez hacerle más fácil al Católico cumplir la obligación. El Código de Derecho Canónico de 1983 especifíca las obligaciones de los Católicos de Rito Latino ( Los Católicos de Rito Oriental tienen sus propias prácticas penitenciales como se especifica en el Código Canónico de las Iglesias Orientales ).
Canon 1250 En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma.

Canon 1251 Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el Miercoles de Ceniza y el Viernes Santo.

Canon 1252 La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.

Canon 1253 La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad.
La Iglesia tiene por lo tanto, dos formas oficiales de prácticas penitenciales - tres si se incluye el ayuno Eucarístico de una hora antes de la Comunión.

Abstinencia La ley de abstinencia exige a un Católico de 14 años de edad y hasta su muerte, a abstenerse de comer carne los Viernes en honor a la Pasión de Jesús el Viernes Santo. La carne es considerada carne y órganos de mamíferos y aves de corral. También se encuentran prohibidas las sopas y cremas de ellos. Peces de mar y de agua dulce, anfibios, reptiles y mariscos son permitidos, así como productos derivados de animales como margarina y gelatina sin sabor a carne.

Los Viernes fuera de Cuaresma, la Conferencia de Obispos de USA obtuvo permiso de la Santa Sede para que los Católicos en los Estados Unidos pudieran sustituir esta penitencia por un acto de caridad o algún otro de su propia escogencia. Ellos deben llevar a cabo alguna práctica de caridad o penitencia en estos Viernes. Para la mayoría de las personas la práctica más sencilla para cumplir con constancia, sería la tradicional de abstenerse de comer carne todos los Viernes del año. En Cuaresma la abstinencia de comer carne los Viernes es obligatoria en Estados Unidos así como en otro lugar.

Ayuno La ley de ayuno requiere que el Católico desde los 18 hasta los 59 años reduzca la cantidad de comida usual. La Iglesia define esto como una comida más dos comidas pequeñas que sumadas no sobrepasen la comida principal en cantidad. Este ayuno es obligatorio el Miercoles de Ceniza y el Viernes Santo. El ayuno se rompe si se come entre comidas o se toma algún líquido que es considerado comida ( batidos, pero no leche ). Bebidas alcoholicas no rompen el ayuno; pero parecieran contrarias al espíritu de hacer penitencia.

Aquellos excluídos del ayuno y la abstinencia Aparte de los ya excluídos por su edad, aquellos que tienen problemas mentales, los enfermos, los frágiles, mujeres en estado o que alimentan a los bebés de acuerdo a la alimentación que necesitan para criar, obreros de acuerdo a su necesidad, invitados a comidas que no pueden excusarse sin ofender gravemente causando enemistad u otras situaciones morales o imposibilidad física de mantener el ayuno.

Aparte de estos requisitos mínimos penitenciales, los Católicos son motivados a imponerse algunas penitencias personales a si mismos en ciertas oportunidades. Pueden ser modeladas basadas en la penitencia y el ayuno. Una persona puede por ejemplo, aumentar el número de días de la abstención. Algunas personas dejan completamente de comer carne por motivos religiosos ( en oposición de aquellos que lo hacen por razones de salud u otros ). Algunas ordenes religiosas nunca comen carne. Igualmente, uno pudiera hacer más ayuno que el requerido. La Iglesia primitiva practicaba el ayuno los Miercoles y Sábados. Este ayuno podía ser igual a la ley de la Iglesia ( una comida más otras dos pequeñas ) o aún más esstricto, como pan y agua. Este ayuno libremente escogido puede consistir en abstenerse de algo que a uno le gusta- dulces, refrescos, cigarillo, ese cocktail antes de la cena etc. Esto se le deja a cada individuo.

Una consideración final. Antes que nada estamos obligados a cumplir con nuestras obligaciones en la vida. Cualquier abstención que nos impida seriamente llevar adelante nuestro trabajo como estudiantes, empleados o parientes serían contrarias a la voluntad de Dios.